El oscuro legado de la financiación de hidrocarburos
Bancos, gestores de activos y aseguradoras están inyectando miles de millones de dólares en combustibles fósiles, financiando el caos climático, fomentando desastres medioambientales y sociales e intensificando la dependencia energética desigual y la precarización. Hoy en día, el sistema financiero mundial perpetúa el extractivismo neocolonial: es decir, la acumulación y concentración de riqueza mediante la explotación y destrucción de territorios históricamente colonizados. Pero esto no tiene por qué ser así. Podemos luchar por un sistema financiero más democrático, justo y decolonial.
Las reglas que rigen nuestro sistema financiero, las mismas reglas que permiten toda esa destrucción, las establecen los reguladores financieros. Entidades que se reúnen en Suiza para tomar decisiones sobre nuestro futuro a nuestras espaldas. Esto ocurre en el Banco de Pagos Internacionales (BIS).
Gracias a la financiación proporcionada por estas instituciones, las empresas petroleras continúan explorando y explotando los recursos de petróleo en diversas regiones, dejando un rastro de daños en el ecosistema. En el caso del Perú y otros países, los derrames de petróleo en el mar y en la Amazonia han causado graves consecuencias ambientales, contaminan el agua, destruyen la vida marina y afectan negativamente a las comunidades que dependen de estos ecosistemas para su sustento.
Según un informe de Ojo Público, más del 50% de las 20 principales empresas con mayores ingresos en 2022 pertenecen a la industria extractiva, incluyendo tanto minería como hidrocarburos. Dentro de este ranking anual realizado por la consultora Peru Top Publications a 10.000 empresas en el país, se encuentran seis compañías de hidrocarburos y cinco mineras.
En ese sentido, PetroPerú se posicionó en el primer lugar del ranking en 2022, registrando ingresos por un total de S/21.243’991.200, lo que representa un aumento del 26,04% en comparación con el año anterior. Esta empresa ascendió del tercer puesto al primer puesto en la lista de empresas destacadas. Por otro lado, Refinería La Pampilla, del Grupo Repsol, ocupa el segundo puesto del ranking y es responsable del desastre ecológico más grande registrado en el mar peruano, con un derrame de más de 12.000 barriles de crudo en la costa. Actualmente, enfrenta procesos judiciales y sanciones administrativas que ascienden a una cifra alarmante de USD 5.879 millones.
A pesar de la abundancia de recursos, las comunidades que residen en áreas ricas en hidrocarburos no han experimentado una mejora en su calidad de vida. Por el contrario, han sufrido la disminución de su calidad de vida, el acceso al agua limpia y el aire puro debido a los efectos devastadores de los daños ecológicos causados por la industria petrolera. Es urgente tomar medidas para cambiar el sistema financiero y exigir responsabilidades a las instituciones y reguladores que perpetúan esta situación, así como remediar los más de 3200 pasivos ambientales que perjudican diversas regiones del país.
En ese contexto, debemos promover una transición hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles, así como impulsar la protección del medio ambiente y los derechos de las comunidades afectadas.
Juntos, podemos luchar por un futuro en el que el sistema financiero no sea un impulsor de la destrucción ambiental, sino un agente de cambio para un mundo más equitativo y sostenible.