En Defensa de la Vida y el Respeto al Derecho Ajeno
En el corazón de Chimbote, dos sucesos abruptos han dejado cicatrices en la tranquilidad de la comunidad. El pasado 7 de agosto, una explosión en la Empresa Pesquera EXALMAR SAA conmocionó a los pobladores de 15 de Abril y Trapecio. Pero no fue solo estruendo; la onda expansiva rompió vidrios y cayó partículas de harina de pescado a 300 metros, infiltrándose en pulmones y hogares, junto a gases tóxicos como el dióxido de azufre.
La respuesta no se hizo esperar. Los vecinos, unidos en su anhelo de armonía con el entorno y paz con las empresas, claman por un aire limpio mientras estas siguen emitiendo contaminantes, pese a las normas vigentes desde 2010 que dictan cero emisiones y ruidos. seguramente, el 14 de agosto, una segunda explosión de EXALMAR volvió a golpearlos.
¿Cuál fue el origen real del problema? ¿Fallas tecnológicas, falta de supervisión? La empresa presume planes de contingencia y certificaciones, pero ¿por qué no se ejecutan y evitan los riesgos? ¿Dónde radica el compromiso? La transición energética de estas empresas hacia GLP o GNV para dejar atrás el bunker 600 promete eficiencia y rentabilidad, pero el regreso al petróleo es la respuesta ante la falta de gas.
Los vecinos, respaldados por el Instituto Natura, han solicitado al MINAM la declaración de emergencia ambiental por fallas tecnológicas que ponen en peligro la salud. Las autoridades locales y regionales también pueden declarar emergencia para investigar el origen de este incidente y prevenir su repetición.
Resolver esto no es dificil. En Chimbote, entre las trece ciudades más contaminadas del país, la voluntad política del Ministerio de Producción es crucial, pero brilla por su ausencia. La ley sitúa a PRODUCE como regulador de empresas harineras, y si están ausentes, ¿quién defiende a la población?
Es una oportunidad real. Una oportunidad para consolidar un Chimbote que anhelamos hace más de tres décadas: una ciudad para la vida, no para sobrevivientes. El poder del dinero no debería doblegar conciencias ni postergar decisiones. Se trata de cumplir roles, de ser coherentes con los principios globales y locales, de respetar la vida y los derechos ajenos.
Este problema puede ser la llave que abra la puerta a un futuro sostenible y saludable. En nuestras manos está convertir este desafío en la ciudad que merecemos, donde la vida y el respeto mutuo sean la brújula que guía nuestras acciones.